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jueves, 13 de enero de 2011

Nadie les abre la puerta pero ellos entran iguaal. Los miedos se instalan en nuestra vida y nos tiñen los ojos de desconfianza. Nos da miedo el enemigo... y que finalmente nos gane la partida. Nos da miedo el amigo... y que finalmente no sea todo lo bueno y noble que creemos.
Hay muchos miedos: al peligro, a lo diferente, a lo desconocido, a la soledad, al futuro... Pero todos se funden en uno solo, el más grande: el temor a no ser queridos. Tener miedo en un punto es saludable, porque te protege y te mantiene alerta. Pero hasta ahí. Si el susto te paraliza... mala señal.
Sólo podemos comprender el miedo una vez que lo hemos superado. Esta tarea, a veces lleva años y necesita de ayuda. Todos tenemos temores, y el que dice que no, miente... o es un chapita al cual no le importa nada de nada.

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